Ya nos acercamos al próximo año y como de costumbre pensamos en qué nos traerá y cómo enfrentarnos a esos desafíos. El final del 2014 nos deja sumergidos en una serie de acontecimientos en el entorno que pueden marcar de una manera decisiva el futuro de los próximos años. El incremento del terrorismo, la reaparición de los conflictos propios de la guerra fría entre las potencias occidentales y Rusia, la amenaza de una nueva crisis económica en Europa, la violenta caída de los precios del petróleo, que para países mono productores y dependientes de ese producto, como Venezuela, significa una extraordinaria amenaza, mientras que para países consumidores representa una gran oportunidad.
Como en todas las crisis la situación afecta de una forma diferente a quienes han tomado previsiones y a quienes no lo han hecho, y es aquí donde se demuestran los verdaderos liderazgos y el pensamiento estratégico detrás de ellos. Cuando baja la marea es cuando se sabe quién tiene traje de baño y quien está desnudo.
Con las empresas ocurre lo mismo que con los países. Las empresas, o mejor dicho los empresarios, que hicieron su tarea y analizaron escenarios extremos, hace cinco o más años, tuvieron tiempo para desarrollar estrategias que hoy les permiten enfrentar mejor la situación. Quienes no lo hicieron se ven forzados a tomar medidas extremas para sobrevivir.
Algo parecido puede ocurrir con la bonanza que hoy se presenta en otros países como Estados Unidos, que en estos momentos está pasando por un período interesante de crecimiento económico, disminución del desempleo e incremento en las inversiones. Quienes también hace cinco o más años no se dejaron llevar por el pesimismo, producto de la profunda crisis económica de aquel entonces, y previeron lo que podrían hacer en un escenario de recuperación, han tenido mayores oportunidades de sacar provecho de la situación actual.
Sin embargo no es el momento de “llorar sobre la leche derramada”. De nada sirven las lamentaciones. Hay que enfrentar a la situación y derivar aprendizajes para el futuro. ¿Cuáles escenarios extremos se nos pueden presentar en el 2015? ¿Qué oportunidades y amenazas podemos identificar en cada uno? ¿Qué ventajas poseemos, o necesitamos desarrollar, para usarlas en cada escenario? Responder a estas interrogantes supone un esfuerzo intelectual y de tiempo, que podría marcar una diferencia sensible en el destino de nuestras empresas. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?
Feliz Navidad y éxito en el próximo año
Queremos aprovechar la ocasión para hacer llegar a todos nuestros amigos y relacionados, y a sus seres queridos, nuestros más sinceros deseos de que pasen una feliz Navidad y que el próximo año este colmado de dicha y felicidad, y traiga para todos paz amor y reconciliación.
Hablemos de Estrategia y Productividad: (Video): Objetivos y Planes Estratégicos Personales
El final del año es un momento oportuno para reflexionar sobre nuestra situación personal en la actualidad y lo que podríamos hacer para mejorarla en el próximo año. Muchos profesionales, que incluso actúan en el campo de la Planificación Estratégica, dedican largas horas a diseñar el futuro de sus empresas y se olvidan de sí mismos. Para quienes estén interesados en aplicar los principios desarrollados en la formulación de estrategias empresariales, en su propia vida, queremos compartir este video. Les recordamos que pueden ver los videos anteriores en los Boletines EyP publicados en este sitio y en el sitio: www.ciede.com
Cursos
Después del receso navideño comenzaremos el año 2015 dictando el curso a distancia de Sistemas de Información Gerencial de Recursos Humanos, para el Núcleo de la RCO de la UCV, en Barquisimeto, en el Postgrado de Administración de RRHH, entre el 17 de enero y el 7 de febrero.
Estrategias Empresariales: Estrategia en tiempo de crisis
Hace más de cuatro años, en uno de nuestros primeros Boletines, publicamos un artículo denominado “¿Vale la pena planificar en tiempos de crisis?”. Un buen amigo, que lo recordaba, nos sugirió reproducirlo en esta nueva etapa del Boletín, por la vigencia que tiene en la actualidad. Este artículo está basado en una conferencia que dimos para la Asociación Venezolana de Gestión Humana hace cinco años.
¿VALE LA PENA PLANIFICAR EN TIEMPOS DE CRISIS? por Eduardo Betancourt
Para responder a esta pregunta tenemos primero que entender lo que es una crisis. Todos hemos pasado por crisis. Probablemente en estos momentos esas crisis están magnificadas por la situación política, social y económica que vive cada país. La palabra crisis viene del griego “crisis” que quiere decir momento o punto decisivo y eso a su vez viene del indo europeo “skeri” que quiere decir cortar, separar. Podemos decir que crisis es una disrupción, o ruptura de un equilibrio importante, que ocurre en el orden establecido, ya sea para mejorar o para empeorar. Es por eso que cuando se escribe la palabra crisis en chino se escribe con unos caracteres cuya parte superior significa amenaza, pero la parte inferior significa oportunidad.
La crisis tiene varias etapas. La primera es la de “shock”. Esta etapa tiene dos fases, la de incredulidad, donde no podemos creer lo que nos está ocurriendo, seguida por la fase de aceptación. Después viene la segunda etapa, que es la más severa, por qué es la de incertidumbre. En esa etapa oscilamos en varios estadios: uno es la ilusión, donde creemos que todo se va arreglar favorablemente. Al ver que no ocurre pasamos por la apatía, donde no nos importa nada, o al fatalismo, donde vemos todo oscuro y pensamos que no hay soluciones, para luego volver a algunos de ellos.
Por último viene la tercera etapa que es el desenlace, y éste puede ser positivo o negativo, y muchas veces tiene poco que ver con los sucesos que hayan ocurrido durante la crisis, y más con la manera como nosotros la hemos afrontado. Para que el desenlace sea positivo, sin importar los acontecimientos que hayan ocurrido, necesitamos derivar un aprendizaje de la crisis, que puede ser muy útil en lo personal, en lo organizacional, y para el país.
Víctor Frankl, quien fue un eminente psiquiatra vienés, se dedicó a estudiar lo que era una crisis, en carne propia, ya que fue prisionero de un campo de concentración nazi, Auschwitz, durante tres años. Decía que “con el final de la incertidumbre, viene la incertidumbre del final”. Frankl vivió hasta los noventa y dos años y durante su vida fue reconocido internacionalmente por las contribuciones que dio en el campo de la psicología, especialmente, en las formas como las personas pueden superar las crisis.
Las crisis despiertan emociones y comportamientos. En la primera etapa, en la de shock, la primera emoción que surge es de rabia, no podemos entender que eso nos esté ocurriendo a nosotros, y reaccionamos con ira. Después viene la fase de culpa, donde nos sentimos culpables de haber hecho algo, o de haberlo dejado de hacer. A esta fase le sigue un sentimiento de indefensión, donde nos preguntamos en “y que va a ser, ahora, de nosotros”. En muchas ocasiones surge lo que Frankl denominó “la fantasía del indulto”, es decir la creencia de que a última hora nos van a perdonar y todo seguirá igual.
En la etapa de incertidumbre, viene una fase de lo que se denomina “existencia provisional”. Esta fase se caracteriza por vivir al día y esperar los acontecimientos, y en la misma aparecen emociones, sentimientos, pensamientos y conductas como el pesimismo, las creencias mágicas (la persona cree que las cosas se arreglarán porque un astrólogo se lo dijo), el borreguismo (actuar como borregos), los fanatismos, y otras más, producto de la incertidumbre. En la etapa de desenlace puede venir una gran euforia, si el desenlace es considerado positivo, muchas veces acompañada de deformidad moral, que se caracteriza porque las personas hacen cosas que atentan contra sus propios principios morales y que constituyen un desahogo a la situación que han vivido previamente. Si por el contrario el desenlace se considera negativo, vienen sentimientos de amargura y desilusión.
Nuestra actitud hacia la planificación depende de cómo manejemos nuestras emociones durante la crisis. Lo cierto es que todo ser humano, especialmente en la etapa de incertidumbre, en una crisis, tiende a alinear sus pensamientos, emociones y acciones. Cuando nosotros nos dejamos dominar por las emociones, y pasamos de la emoción a la acción, inmediatamente nuestro pensamiento se alineará con las mismas.
Típicamente la persona que se siente deprimida, inmediatamente adopta una actitud corporal cónsona con los sentimientos que tiene, se encorvará, y sus pensamientos inmediatamente se alinearán con sus emociones y su acción, y por lo tanto serán negativos. Si por el contrario rompemos la tendencia tendremos otras posibilidades. Veamos un ejemplo: en una ocasión, estando en la playa, una jovencita me manifestó que estaba muy triste porque su primer “noviecito” había roto con ella y quería que habláramos sobre el asunto. Como ya yo conocía el mecanismo de alineación de pensamiento, emoción y acción, le pedí que lo hiciéramos trotando. Al principio comenzó diciéndome cosas muy tristes, pero en la medida en que trotábamos sus pensamientos comenzaron a ser más racionales y a explicarme las lecciones que estaba derivando de su experiencia. Y tenía que ser así, porque no creo que ustedes hayan visto nunca a alguien deprimido trotando. La acción de trotar es incompatible con la emoción de estar deprimido. Y el cuerpo tiende a alinear, en este caso, la acción con la emoción y la emoción con el pensamiento.
Otro ejemplo de la ruptura de la tendencia es el mencionado por Frankl. Su manera de sobrevivir al campo de concentración fue estudiar la psicología de los prisioneros de guerra, e imaginarse a si mismo dictando posteriormente una conferencia, en un auditorio repleto de estudiantes, explicando cómo sobrevivir al terror de un campo de concentración. Decía que “el hombre sólo puede vivir mirando al futuro, y esto puede ser su salvación, aunque algunas veces deba forzar su mente para hacerlo”. Si decidimos pensar racionalmente, en momentos de crisis, superando nuestros estados emocionales, tenemos la oportunidad de visualizar posibilidades a futuro. Esto supone un cambio de actitud.
¿Vale la pena planificar en tiempos de crisis?
Eso nos regresa a nuestra primera pregunta. Es obvio que tendrán más probabilidades de éxito aquellas empresas que estén mejor preparadas para los diversos escenarios que puedan ocurrir. Se ha dicho que el A B C del éxito consiste en: Anticiparse, Buscar aprovechar las oportunidades y Correr riesgos.
Anticiparse supone analizar profundamente la situación actual, elaborar escenarios extremos y examinar las oportunidades y amenazas en cada uno de ellos, para poder estar preparados para el mundo real. Sin embargo tenemos también que buscar la forma de aprovechar las oportunidades, lo que requiere concientizar las ventajas que poseemos o las que debemos desarrollar, pues éstas no vendrán solas, y finalmente, tenemos que atrevernos a correr riesgos para aprovechar ésas oportunidades. Y esto último es sumamente difícil porque genera en nosotros resistencias naturales al cambio, las cuales están muchas veces a nivel subconsciente. Es un proceso dinámico, donde, el entorno está cambiando constantemente, y tenemos que estar atentos a las señales del mismo y reelaborar continuamente los escenarios, y volver a prepararnos para buscar las nuevas oportunidades.
Pero para hacerlo no bastan las buenas intenciones. Ya dice la sabiduría popular que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Para formular e implantar estrategias eficientemente debemos conocer y usar metodologías probadas que nos permitan maximizar la utilización de nuestras ventajas y recursos, y motivar a nuestros colaboradores. Esto requiere tres elementos fundamentales: conocimiento de cómo hacerlo, disciplina para aplicarlo y análisis y perseverancia en la ejecución para derivar aprendizajes y ampliar horizontes. Cuando el ejercicio se hace con la actitud requerida puede producir resultados sorprendentes.
Tendencias: The Giving Pledge (El compromiso de dar)
¿Qué motiva, en su vida personal, a grandes emprendedores modernos que han hecho una cuantiosa fortuna, producto de sus habilidades y talentos, y de la forma como los utilizaron, para aprovechar las oportunidades que la tecnologia y los cambios sociales han producido ? Varios estudiosos de la psicología social han formulado diferentes teorías para explicar el comportamiento humano. McClelland, por ejemplo, sostuvo que existen tres grandes motivadores: el poder, el logro y la afiliación. La escuela austríaca, guiada por Freud, Adler y Frankl destacó a su vez el sexo, el poder y la trascendencia.
Probablemente la motivación humana va a ser siempre multifactorial, y dependerá de las circunstancias. ¿Por qué una persona que posee más de 500 millones de dólares, con los cuales puede asegurar una vida cómoda y de lujo, para él y para sus descendientes, se empeña en poseer cada vez más, e ignora a los menos afortunados? Probablemente esa pregunta se la hicieron dos de los hombres más ricos del mundo, Bill Gates y Warren Buffett, y decidieron ceder gran parte de su fortuna a obras de caridad. No obstante fueron un paso más allá. Han estado incitando a personas en su misma posición a hacer lo mismo. Para ello iniciaron una campaña llamada “The Giving Pledge” (El Compromiso de Dar).
Se estima actualmente que los 400 americanos más prósperos poseen una fortuna que supera los 2 billones de dólares (2 trillones en la nomenclatura americana). La mayoría de ellos han comenzado su fortuna desde cero, aprovechando las innovaciones tecnológicas y el crecimiento de los mercados globales. Gates y Buffett han creado un club de mil millonarios, donde para entrar se requieren dos condiciones: poseer más de mil millones de dólares (1 billón para los americanos) y estar dispuestos a donar el 50%, o más, de esa fortuna para fines filantrópicos.
Hasta ahora el club cuenta con 128 miembros, entre los cuales se encuentran, además de Bill Gates, y su esposa, quienes se han comprometido a donar el 95% de su fortuna, y Warren Buffett, quien se ha comprometido a donar el 99%, fundadores de grandes empresas modernas como Sir Richard Branson de Virgin, Ted Turner de CNN, Larry Ellison de Oracle, Dustin Moskovitz y Mark Zuckerberg de Facebook, Paul Allen de Microsoft, Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, Kenneth Langone y Bernard Marcus de Home Depot, y George Lucas entre otros.
El rango de edad de los donantes oscila desde los 27 hasta los 98 años. Los compromisos de donación hasta ahora suman más de 500.000 millones de dólares. Siendo empresarios acostumbrados a establecer prioridades y a maximizar los resultados, a través de un uso eficiente de los recursos, argumentan que los mismos criterios deben usarse en esta inversión filantrópica. También reconocen que deben tener una curva de aprendizaje para identificar las áreas de mayor necesidad y los objetivos de mayor impacto. Quienes forman parte del club se reúnen cada año, en hoteles exclusivos, y comparten sesiones acerca de cómo utilizar el dinero más efectivamente. Indudablemente que a medida que se suman empresarios al club, crece la presión social sobre quienes no lo han hecho y se comienza a marcar una tendencia entre los poseedores de grandes fortunas.
Humor en tiempos de cólera
En la tienda de juguetes: Señorita, ¿Cuánto vale esta Barbie Superstar? – Cuesta $ 30
– Ah, muy bien. ¿Y la Barbie Divorciada? – Bueno, esa cuesta $ 300.
– ¿Cómo? ¿Y por qué es tan cara? – Porque trae la casa de Ken, el coche de Ken…